LA DICHA Y EL GOZO
Ninguna bebida en el mundo puede darnos
la dicha. Ningún alimento. Ninguna sustancia. Ninguna cosa ni persona.
Tampoco está en lo que hagamos. O en
alguna actividad en especial, podemos sentirnos bien o mal haciendo las mismas
o diferentes actividades.
Nada que venga de afuera puede producir
el gozo, puesto que no se origina afuera.
Porque no es la cosa, -esto es muy
importante-, es la sensación de tenerla.
Ningún método, ninguna de las terapias
existentes tiene ese poder.
No hay disciplina para eso, no puede
haberla.
No sabemos, nadie sabe, y no hay ninguna
senda o método para ser dichosos. Es la conclusión.
A veces anhelamos algo, físico, cuándo
algo quiere nuestro cuerpo. Otras veces no identificamos exactamente que nos hace
falta, pero estamos seguros de que algo no tenemos: la dicha o el gozo.
Y queremos saber como se obtiene. Pero
tampoco sabemos lo mas importante: que no se puede obtener a través de algo.
Realizamos alguna actividad, física o
mental, y a veces nos sentimos muy bien, pero otras veces no.
Hagamos lo que hagamos, sin esperar de
esa acción la dicha o el gozo.
Quitarnos la falsa esperanza, sin
frustrar, y estaremos mas cerca de lo desconocido.
Lo conocido es tan aburrido, tan
agobiante, que si nos damos cuenta bien, es lo conocido de lo que queremos
escapar, con ansia total.
Y de lo desconocido obviamente no se
puede decir nada. Y de ahí surgen la dicha y el gozo.
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